Comentario
Juego de pelota
Otras veces iba Moctezuma al tlachtli, que es el trinquete para pelota. A la pelota la llaman ullamaliztli, la cual se hace de la goma del ulli, que es un árbol que se cría en tierras calientes, y que al punzarle llora unas gotas gruesas y blancas, que se cuajan muy pronto, las cuales juntas, mezcladas y tratadas, se vuelven mas negras que la pez, y no tiznan. De aquello redondean y hacen pelotas, que, aunque pesadas, y por consiguiente duras para la mano, botan y saltan muy bien, y mejor que nuestras pelotas de viento. No juegan a chazas, sino al vencer, como al balón o a la chueca, que es dar con la pelota en la pared que los contrarios tienen en el puesto, o pasarla por encima. Pueden darle con cualquier parte del cuerpo que mejor les venga, pero hay postura que hace perder al que la toca, si no es con la nalga o cuadril, que es la gentileza, y por eso se ponen un cuero sobre las nalgas; pero le puede dar siempre que haga bote, y da muchos, uno en pos de otro. Juegan en partida, tantos a tantos y a tantas rayas, una carga de mantas, o más o menos, según sean los jugadores. También juegan cosas de oro y pluma, y hay veces que hasta a sí mismos, como hacen al patolli, en que les está permitido, como el venderse. Es este tlachtli o tlachco, una sala baja, larga y estrecha y alta, pero más ancha de arriba que de abajo, y más alta por los lados que por los frentes, hechas así a propósito para estos juegos. Lo tienen siempre muy encalado y liso; ponen en las paredes de los lados unas piedras como de molino, con su agujero en medio que pasa a la otra parte, por donde rara vez cabe la pelota. El que emboca por allí la pelota, lo cual acontece muy raramente, porque hasta con la mano cuesta trabajo, gana el juego, y son suyas, por costumbre antigua y ley entre jugadores, las capas de cuantos miran cómo juegan en aquella pared por cuya piedra y agujero entró la pelota, y en la otra, que serían las capas de la mitad de los que estaban presentes. Mas era obligado hacer ciertos sacrificios al ídolo del trinquete y piedra por cuyo agujero metió la pelota. Decían los mirones que tal individuo debía ser ladrón o adúltero, o que moriría pronto. Cada trinquete es un templo, porque ponían dos imágenes del dios del juego de la pelota encima de las dos paredes más bajas, a la medianoche de un día de buen signo, con ciertas ceremonias y hechicerías, y en medio del suelo hacían otros semejantes, cantando romances y canciones que para ello tenían, y luego venía un sacerdote del templo mayor, con otros religiosos, a bendecirlo. Decía ciertas palabras, echaba cuatro veces la pelota por el juego, y con esto quedaba consagrado, y podían jugar en él, cosa que hasta entonces no podían de ninguna manera; y hasta el dueño del trinquete, que siempre era señor, no jugaba a la pelota sin hacer primero no sé qué ceremonias y ofrendas al ídolo: tan supersticiosos eran. A este juego llevaba Moctezuma a los españoles, y mostraba divertirse mucho en verlo jugar, y ni más ni menos que mirarlos a ellos jugar a los naipes y dados.